Supongo que a todos nos pasa eso de que a priori, sin motivo aparente, algunas personas nos caen especialmente bien. A mí me pasa de toda la vida con los psiquiatras y desde hace algunos años con los montañeros. Es gente que me gusta tener cerca, escuchar con atención, como si en sus palabras estuviera la dichosa clave de algo que siempre ando buscando. Los montañeros son personas que me gustan. A dos de ellos los leo en sus blogs desde hace tiempo y hoy quiero traerlos aquí para que también los conozcais un poco:
Ander Izagirre es periodista destajista, así se define en su página. Y es también montañero, escritor, viajero y un tío divertido, no sé si en ese orden. Ha escrito varios libros, como Cuidadores de mundos que merece post aparte y lo tendrá. También ha recorrido España en moto en un proyecto que llamó Vespaña y ha visitado los sótanos del mundo. Su blog A topa tolondro es a veces doloroso porque muestra en carne viva historias y realidades que por desgracia no ocupan los titulares del día pero que gracias a él tienen cabida en nuestras vidas.
Eider Elizegi es montaña y con sus ojos y palabras, que están en Vagamontañas, puedes viajar a los Andes, ver Bolivia o conocer el año de la furgoneta. Ahora está de estreno porque presenta su libro Mi montaña, con el que ha ganado el premio Desnivel de literatura 2010. Eider es ganas de vivir, luz.
Ander y Eider contribuyen a aumentar mi sospecha de que los montañeros forman parte del grupo de grandes pensadores de la historia, idea que confirmo hoy tras ver la entrevista que enlaza Ander en su página y que dejo a continuación:
8 comentarios:
Seguramente son grandes pensadores y gente muy especial. Veré con calma los videos. A mí me caen bien las Princesas de hojalata, tienen una visión de las cosas tan tierna a veces que más que de hojalata, parece que estén recubiertas de hojaldre (mejor que no encuentres la clave que andas buscando, Princesiña, eso terminaría con la búsqueda y entonces sí te faltaría algo). Besos
De pequeño soñaba con escalar montañas. Supongo que la sensación que imaginaba encontraría allí arriba casaba con mi carácter. Reunía la página de montaña del diario AS (cuando aún se le podía llamar periódico) y las anillaba en una carpeta que hace quinquenios desapareció. Algunos montañeros saben algo que los demás no saben, cierto. Y lo comparten, sólo es cuestión de saber escuchar.
Marvin Gaye cantó "Ain't no mountain high enough" cuando creyó no podría amar más de lo que ya hacía. ¿Subímos a la montaña más alta para comprobar si se equivocaba?...
¿Y qué me decís de vivir en las nubes? A veces se llega a conclusiones realmente peregrinas. Y teniendo un pie en cada realidad, la que dicen cierta y la de la ficción, hacia cada lado que te inclines tienes una visión diferente de la vida. Escalad, escalad, Suficiente es sólo un descanso de Más. Un beso.
Leo en el blog de Ben Clark un proverbio japonés que dice: "La otra cara también tiene otra cara" y creo que tiene que ver con lo que dices Angéline.
Escalemos Alex, y subamos a lo más alto de nosotros mismos. :)
Princesa, muchísimas gracias. Pero yo de montañero tengo poco: he acompañado a algunos y también me gusta escucharles. Un amigo me dijo una vez esta frase: qué bien escriben los que caminan. Y creo que los tiros van por ahí.
Eider sí es montañera y una maestra con las palabras.
Me gusta la frase de tu amigo. Gracias a ti, no veas lo que se aprende leyéndote. Eider escribe precioso y tú también. Un abrazo.
A mí también me han gustado siempre los psiquiatras, de hecho hubiese querido serlo si no hubiera tenido que aprobar Física y Matemáticas en 3º de BUP. Qué exigencias, ¿eh?
Me dan mucho respeto.
Y los montañeros también; me encanta la respuesta que dio uno del que no recuerdo el nombre (perdón) cuando le preguntaron por qué quería subir el Everest:
- Porque está ahí.
Terminé hace unos días el libro de Iñaki Ochoa de Olza, alpinista navarro fallecido en el Annapurna en 2008. Iñaki hace referencia a una pregunta constante en sus conferencias, el por qué subir a lo más alto. Dice dos cosas interesantes, una, que nunca entendió esa pregunta, que él escalaba por el mismo motivo que respiraba o amaba, por el simple hecho de estar vivo. Y dos, que nunca un niño le preguntó algo así.
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