15 septiembre, 2009

¿Hay que salvar al suicida?



Hace años el artista Isidoro Valcárcel Medina ideó, dentro de su proyecto Arquitectura prematura, una propuesta arriesgada que no consigo quitarme de la cabeza. La torre de los suicidas se trataba de una construcción arquitectónica con una altura suficiente para asegurar la muerte del que desde ella se tirara. Su torre incluía varias estancias como una sala para familiares, un quirófano y una UVI para los casos que hubieran ido mal.

Los casos que hubieran ido mal.


Por supuesto la propuesta era demasiado escandalosa como para llevarse a cabo. Se me ocurren mil motivos para estar en contra de su construcción, y también alguno para estar a favor. Hay gente que se suicida sin querer, que se le va la mano en lo que pretendía ser una llamada de atención, un estoy aquí y necesito ayuda. Incluso un os vais a enterar. Hay otros que están deprimidos o son esquizofrénicos y es su enfermedad mental lo que les lleva a tratar de matarse. No hablo de esas personas, sino de otro grupo de gente que sé que existe y que quiere quitarse de en medio porque vivir, simplemente, no es algo que quiera seguir haciendo. Suicidarse es un acto de supremo egoísmo o la consecuencia de una inmensa soledad que impide seguir adelante. Por lo que sea. Con razón o sin ella.

Cuando alguien se suicida muere más de una persona. El suicida rompe otras vidas ¿Es esa razón suficiente para no matarse? ¿Es motivo para tratar de salvar la vida de esa persona? ¿Deberíamos dejar en paz al suicida, acompañarle a la torre, llorar su pérdida? ¿Podríamos hacerlo?

Me hago esta pregunta muchos días en mi trabajo, al mismo tiempo que indico un lavado gástrico, 50 gr de carbón activado y 30 de sulfato...

Y me doy cuenta de que no sé la respuesta.

Dice Isidoro Valcárcel que las obras de Arquitectura prematura son proyectos que se limitan a poner a las claras la evidencia y que necesitarían, para ser viables, otra época y otra mentalidad, es decir, son prematuros.

24 comentarios:

Irreverens dijo...

Vaya preguntita, Princesa mía, y justo antes de meterme en la cama...

En principio, yo dejaría que se suicidaran.

Y si acaso, me extiendo un poco más cuando no tenga tanta sueño.
:)
Un beso

Hermi dijo...

Ya sabes Princesa de mi interés por el suicidio. Me parece una idea genial eso de las torres de los suicidas. Sin embargo no emplearía nunca ese método tan..., ¿violento?
Creo que el mejor podría ser..., en fin no quiero ser morboso pero creo que el mejor sería por sobredosis de tranquilizantes. Llegar a la muerte a través del sueño.
Los suicidios son como las personas: cada uno es distinto y contiene una motivación y un problema distinto. Creo yo.
Y como decía Ciorán más o menos. “Me gusta pensar en que tengo la opción del suicidio. Si no la tuviera, no aguantaría y me mataría”.
Un saludito.

francisco aranguren dijo...

El suicida es alguien que no encuentra una salida: porque lo que quiere es salir. Y necesita hacer un amago, probarse que es capaz de hacerlo, de irse. Pero, a lo peor, no puede volver. Y quiere volver. Esa es la cosa. Quiere tanto vivir que se niega a un sucedáneo de vida. El suicida, más que nosotros, ama la vida. La vida que para él es algo incompatible con ese dejarse vivir de la mayoría. Vivir y si no se puede, morir. Vaya valor. Pero creo que lléndose y separándose un resto de todo, podría uno volver a nacer. Yo lo hice (aunque no sé si podría hacerlo de nuevo). Un beso pamplonica.

troyana dijo...

Princesa,lo cierto es que poco menos que planteas un dilema moral.Y no tengo clara la respuesta.Por un lado,pienso que el suicidio en algunos casos puede ser la última llamada de atención,y en ese sentido,puede ser oportuno acudir,atender,escuchar y lanzar un cable,despertar la posibilidad de un cambio en la vida de esa persona que no ve salidas,pero por otra parte,está el respeto hacia la libertad de esa persona que es dueña de sus decisiones y libre para tomar una u otra dirección.Así que no te puedo dar una respuesta,porque ante una situación así,viviría algo así como una lucha interior.
bsts

Belén dijo...

Bueno, yo es como todo, creo que hay que ponerse en la situación.

Quiero decir, no se puede juzgar algo tan duro si no lo has vivido en primera persona. Pero creo que el que se suicida no tiene pilares a los que agarrarse en esta vida, con lo cual las vidas rotas que se quedan deberían haberse mostrado antes, no?

Chica, no se...

Besicos

Gabriel Ramírez dijo...

"Suicidarse es un acto de supremo egoísmo o la consecuencia de una inmensa soledad que impide seguir adelante..."
Siguiendo tu discurso: Impedir ese suicidio es un acto de supremo egoísmo y es consecuencia (el suicidio) de la soledad que creeamos a muchos y les impide seguir adelante.
Fíjese que a mí me parece la resolución más honesta con un problema personal, un problema persnal qeu se llama vida. Tengo la impresión de que los que pasan sus días amargados, jodiendo a otros, haciendo de su vida un calvario (al aguantar enfermedades horribles o depresiones que ls reduce a despojos)no son honestos.
Y, por si alguien quiere saber si conozco el tema o no, les diré que me lo sé de memoria por variasrazones. Una de ellas es que tuve que descolgar a mi hermano de los barrotes de un retrete, con estas manitas. Pero esa es sólo una de ellas.
Tema difícil. La prudencia ha de mandar.

EvitaBlu dijo...

Es un acto libre ¿A caso no es ser egoista vivir una mentira? ¿Para uno mismo? ¿Para los demás? Desde que él decidió irse no hay un solo dia que no me acuerde de su sonrisa pero tambien de la inmensa tristeza en sus ojos.
El suicidio es un acto íntimo y como tal hay que respetar a los que deciden subirse a la torre en soledad y sin hacer ruido.


"¿Hasta qué punto la vida es sobre todo un acto interpretativo de las reglas que nos viene impuestas por la cultura a la que pertenecemos?"

Es un buen post Princesa.

Sayuri dijo...

Estos días pensaba en este tema, inevitable no pensar con esa noticia que parece increíble…

Dicho eso, que en realidad es solo porque se me congeló el corazón al oírlo, mi experiencia y mi forma de pensar han cambiado mucho, por una cuestión simple, por mi propia experiencia.
Conocí a dos suicidas en mi vida, uno que decidió irse siendo adolescente y otro con apenas 30 años. Me parecía increíble lo que habían hecho, intenté ponerme en situación, pensar en lo peor que podía sentir, lo peor que podía pasar en mi vida y no lograba entender como una persona un día decide dejar de vivir.
La tan oída frase de “mientras hay vida hay esperanza” me parecía tan simple que no lograba comprender y se me antojó hasta cobarde ese acto.
Pero ahora… ahora todo es distinto, no creo que el suicidio sea más o menos egoísta que cualquier otro acto en nuestras vidas, lo que sí es, es un acto desesperado, muy desesperado. Un acto que no se piensa, se siente, se siente con una mente totalmente enajenada, con unos sentimientos oscuros y extraños, sentimientos que te hacen pensar, sentir, que no hay otro camino que ese acto desesperado.
Tuve la mala suerte de tener una enfermedad que se llama depresión, una enfermedad que socialmente es incomprendida y muchas veces menospreciada. Una enfermedad que se antoja a quien la padece como algo insuperable, y a quien nos acompaña en esos momentos como algo que les sobre pasa en muchos sentidos.
Tuve la mala suerte de tener una visita con una doctora que me acabó de hundir en el día menos indicado y tuve la buena suerte de que mi marido despertase aquella noche. No era mi día, fue un acto desesperado y en algo si tienes razón, no quería morir, quería curarme.
Pero la depresión no es una enfermedad que con una visita a urgencias te operan y ya está todo en camino de recuperarse. Eso lo aprendí después, cuando pase 7 días en una unidad de agudos por decisión voluntaria y me di cuenta que no pintaba nada allí.
Escribí sobre ello en mis blogs, la primera vez intenté hacerlo desde la razón, la otra desde el corazón.
Y ahora solo puedo decir que nadie, ni siquiera yo, puede saber lo que siente un suicida, solo el que lo pasa, el que lo vive, el que lo siente, puede llegar a saber por qué lo hizo él, si sobre vive para recordarlo.

IN PERDIBLES dijo...

Hace una semana se suicidó la madre de una conocida. Tenía 74 años. Le dijo a su marido (que había arruinado su vida en todos los sentidos) que le trajera por favor un jarro con agua muy fría. El marido le contestó: ¿para qué quieres un jarro de agua fría?. La mujer insistió en que le trajera por favor ese jarro con el agua más fría que pudiera.
Al final, el marido fue a buscar el jarro de agua fría y cuando regresó al salón, ella había saltado por el balcón. Ese sí que es un mensaje directo.

Un amigo mío también se suicidó. Hace unos 10 años. Y también lo hizo con premeditación y alebosía. Qué poco sabemos sobre todo esto. Por desgracia, creo que la gente se suicida en un momento de gran oscuridad y desesperación. Pero los que quieren lo consiguen, ¿dónde está el instinto de supervivencia? ¿qué hace que una persona luche desesperadamente por sobrevivir en un campo de concetración o contra un linfoma y qué lleva a otros a abandonar?
Si edificaran esa torre, aumentarían los suicidios... hay casos muy interesantes de suicidios por contagio o colectivos (en pueblos (conozco un caso flipante), comunidades, familias... acordaros de las vírgenes suicidias, seguro que estaba inspirado en hechos que sucedieron).
en fin... muchas reflexiones Enhorabuena por el post, princesa.
Y ahora me voy a vivir un rato largo mientras escucho a Andrew Bird! Y os deseo a todos también una LARGA LARGA VIDA!!!
Muak!

Angéline dijo...

Aunque no se haya construído, esa torre está presente en muchos hogares. Allí viven los familiares de los suicidas, en sus propias instalaciones, baño, cocina, sala, dormitorios, presenciando ese derrumbe sin mover una mano en muchos casos. Después llega el momento en el que los suicidas se tiran desde un tejado y nadie se lo explica, pero si pudiéramos verlo con nuestros ojos, cuántos cuerpos no tendrán manos clavadas empujándolos desde esos tejados. Golpes en el alma, un muro como horizonte antes del salto. La torre sería más explícita y notoria, y no creo que sea humano cruzarse de brazos sin pelear por ellos, sin ayudarles en lo posible, pero sí, la veo en la mirada de alguna gente. Y esa distancia de la caída al vacío la recuerdo en los ojos de alguien que amé. Parecen sentenciados, estigmados, pero quitando los que tienen tendencia al suicidio por enfermedad (enfermos bipolares, etc) creo que muchos suicidas han ido subiendo a esa torre bajo la supervisión minuciosa y sistemática de quienes estaban más cerca de ellos, familia, amigos, empresa, departamentos de recobros, etc. Seguramente han sentido en algunos peldaños fuertes tirones para detenerles pero también se habrán visto aupados en otros. Y un día, claro, todo son lágrimas.

Un beso, Princesiña.

Anónimo dijo...

No creo que debamos preguntarnos el porqué de un suicidio: puede haber muchos. En todo caso, lo que es cierto es que quien se quiere suicidar de verdad, se suicida: el que no lo consigue o es un cenizo total o lo que dices tú: es una llamada de atención.

vitruvia dijo...

Estoy a favor del suicidio. ¿Quién nos creemos que somos para decidir/opinar/juzgar/ lo que cada uno quiere hacer con su vida?. Estoy un poco cansada de oir los argumentos de los que estan en contra del mismo, porque el mensaje velado que lanzan es "por si se arrepienten". Venga ya, un suicida jamás tiene la ocasión de arrepentirse, que sería lo único que me haría plantearme lo equivocado de mi posición. Y si se arrepiente en el último momento de su vida, en el último instante, es algo con lo que tiene que acarrear, como todos los demás mortales que acarreamos con las consecuencias de nuestros errores, con la diferencia de saldo a favor para ellos, que acarrean con ese peso apenas unos segundos o puede que incluso menos.

En cuanto a la torre no creo que fuese una buena idea.

Un beso, Princesa

Tegala dijo...

Llegar a la muerte a través del sueño como dice Hermi me gusta más. Lo de la Torre es más "difícil" para los familiares del suicida.
¿El derecho a suicidarse? ¿Por qué no? Si no estás enfermo (deprimido, esquizofrénico), si lo has meditado... ¿quienes somos los demás para obligar a nadie a vivir lo que no quiere vivir? Es complicado, hay muchos argumentos en contra y muchos a favor. Lo digo porque yo también he muerto un poco por alguien que decidió morir. Duele, mucho, duele demasiado pero... fue su decisión... aunque yo sienta la impotencia.

Anónimo dijo...

¡Wow! Nunca había pasado por su blog, y ahora, que paso, quedé impactada por este último comentario. Cuando mi depresión era muy fuerte, si lo pensé muchas veces, pero nunca me había hecho ese tipo de preguntas, y ahora me han dejado pensando, sin una respuesta clara...

Me ha encatado su blog ^^ Le felicito
¿Saludos! Y un abrazo

Mad Hatter dijo...

Es algo muy delicado y muy personal, hay dolores insoportables, pero el suicidio es irreversible.
Personalmente, me parece que en la mayoría de los casos es mucho más valiente el enfrentarse a la vida que huir de la propia vida afectando, querámoslo o no, a la de los demás.
En cualquier caso, por mucho que se haga y se invente, salvo incapacidad por no poder levantarse de una cama, es imposible impedir que alguien se suicide, es algo que forma parte de la libertad de las personas.

Alex dijo...

Nada podrá impedir que alguien se quite de en medio si lo desea. El proceso que te lleva al borde del volcán es lo difícil de asimilar. A veces segundas y quintas oportunidades... y a veces no hay más que hablar. Sólo se debería exigir intimidad en un momento tan desolador.

No viviría en una calle que tuviese vistas a la Torre de los Suicidas. El dolor de los demás me dolería, y a veces me cuesta soportar el mío propio.

EvitaBlu dijo...

Que casualidades más fuertes Princesa.

princesadehojalata dijo...

Gracias por vuestros comentarios, siempre es un gusto leeros y con temas difíciles como lo es el suicidio aprecio vuestras palabras (y el dolor de algunos) especialmente y las subrayo todas.

Y que sepais que en el Reina Sofía han preparado una retrospectiva de Isidoro Valcárcel para este otoño que han llamado Circunstancias. Tratándose de él tiene algunas peculiaridades como que la retrospectiva sólo podrá visitarse 3 días (justo este fin de semana). Y después de eso el artista llevará a cabo distintas performances por la ciudad de Madrid durante varias semanas. Propongo seriamente peinar la ciudad de punta a punta. Va a ser una ocasión única.

Besos a todos.

entrenomadas dijo...

Esto es algo que conozco de cerca. Y aunque respeto la decisión de cada uno, siento también la necesidad de reivindicar el respeto por el que se queda sin entender las razones.

Me voy a quedar este post con tu permiso.

Un beso,

Marta

begusa dijo...

siempre te enseñan que los suicidas son unos egoístas porque no luchan por vivir, porque no piensan en es@s familiares, amig@s, etc que van a sufrir tremendamente con su pérdida...
yo estoy convencida de que vivir merece la pena... pero hay distintas circunstancias y diferentes personas... y algunas piensan que no les merece tirarse años y años desperdiciando dinero en el psiquiatra cuando realmente siguen sin QUERER vivir... en un mundo en el que se desprecia y se esconde la tristeza y el fracaso como si quemaran...
¿y son ell@s l@s egoístas?
se supone que amar es algo libre: si tú quieres a fulanita y fulanita es feliz en China, le dejas irse a CHina; si es feliz trabajando de contadora de pelusas, tú eres feliz con eso (o lo intentas)... ¿la barrera está en los prejuicios o miedos humanos?
yo no tengo tan clara esa obsesión por demonizar el suicidio...
y una torre me parece cuanto menos, original y rompedora (puede que esté loca)

laura dijo...

Aluncinante...

Suicidio libre! para todos!

lo que hay leer...

manuel dijo...

que animales sois

princesadehojalata dijo...

Con mi permiso, entrenomadas, faltaba más.

Begusa, totalmente de acuerdo contigo.

Laura, Manuel: no sé vosotros pero yo soy de las que piensa que hay que creer en el hombre y darle libertad y protegerle para que viva y muera como quiera hacerlo.

Pablo.- dijo...

Un edificio para suicidas es un lugar para vivir, después de todo. La casa del suicida es un sitio que habitar, el espacio en que se extiende esa prórroga extensa en sus segundos.

Su tiempo, la vida del suicida, es un hueco en el tiempo de los demás, que le reclaman que siga viviendo o se mate de una vez, sin más ensayos generales. La vida de cualquiera es una torre para suicidas, si nos siguen negando el derecho a equivocarnos.

Escribí hace mucho tiempo un pequeño tratado de cómo salvar a los suicidas. No está bien plantearse si hay que salvarlos o no, va más allá del libre albedrío y sólo planteárselo nos hace menos nosotros y más policía del pensamiento. Sólo hay que imaginarse un mundo a prueba de suicidas, a fuerza de tristeza y tiempo, una altísima torre hecha de tiempo, tan alta que cualquiera que se tirase viviría una vida entera en caída libre sin llegar a hacerse un rasguño. La torre para salvar a los suicidas.


Si puedo proponer una música, propongo a Leonard Cohen. Propongo a Leonard Cohen, y las torres para subir y caer de Chico Buarque.