01 abril, 2009

Marcos Ana


¿Cómo es la vida?

Decidme cómo es un árbol.
Decidme el canto de un río,
cuando se cubre de pájaros.

Habladme del mar. Habladme
del olor ancho del campo.
De las estrellas. Del aire.

Recitadme un horizonte
sin cerradura y sin llaves
como la choza de un pobre.

Decidme cómo es el beso
de una mujer. Dadme el nombre
del amor: no lo recuerdo.

¿Aún las noches se perfuman
de enamorados con tiemblos
de pasión bajo la luna?

¿O sólo queda esta fosa,
la luz de una sepultura
y la canción de mis losas?

Veintidós años... ya olvido
la dimensión de las cosas,
su color, su aroma...

Escribo a tientas: “el mar”, “el campo”...
Digo “bosque” y he perdido
la geometría de un árbol.

Hablo por hablar de asuntos
que los años me borraron.

(No puedo seguir: escucho
los pasos del funcionario).


Durante 22 años el tiempo quedó aparentemente detenido para Marcos Ana. Ésos fueron los años que pasó encarcelado en celdas franquistas y lo hizo luchando activamente contra la dictadura. Su principal arma fue la poesía. Los poemas que escribió en la cárcel consiguieron burlar la vigilancia policial y recorrieron el mundo que a él le fue negado todos esos años. Quise llenar de estrellas el corazón del hombre, dice en uno de los versos que escribió desde allí.

Estuvo condenado a muerte en dos ocasiones y la pena le fue conmutada gracias a los esfuerzos de amigos como Pablo Neruda o Rafael Alberti, que luchaban desde el exterior, desde la vida, en nombre de todos aquellos presos políticos que fueron detenidos, torturados y asesinados durante el franquismo.

Marcos Ana, poeta y comunista, fue detenido en 1939 a los 19 años. Tenía 41 cuando salió de la cárcel. Ahora, a los 89, continúa en activo velando por el cumplimiento de los derechos humanos, acudiendo allí donde hay represión, luchando por la libertad del hombre, siempre fiel a la frase de Paul Eluard: "En nuestro tiempo, hay que pasar del horizonte del uno al horizonte de todos"


"He vivido la vida que he preferido vivir, la vida noble de un revolucionario. Y a pesar de los naufragios sufridos y las decepciones que la lucha y la vida nos deparan, si mil veces naciera mil veces volvería a ser lo que soy y a pensar como pienso.
Sigo y seguiré en el camino, luchando, amando, repartiendo las rosas tardías de mi vida "aparcada" tanto tiempo. Llegué muy tarde a mi juventud pero como dijo Picasso: hace falta tiempo, mucho tiempo para ser joven."

(Fragmento de Decidme cómo es un árbol, autobiografía de Marcos Ana. Si quereis leer una emocionante historia también contada en ese libro, podeis hacerlo aquí.)

18 comentarios:

Angéline dijo...

Sobrecoge el final del poema
(No puedo seguir: escucho
los pasos del funcionario).

Dan ganas de preguntar tantas veces "¿cómo se atreven?" cuando hacen daño a gente como este hombre. (Qué bonito el verso "Quise llenar de estrellas el corazón del hombre", ¿no?)

Besos, Princesiña.

Irreverens dijo...

Caramba, qué casualidad. Estamos leyendo libros sobre la misma temática...
:))

Besos

Gabriel Ramírez dijo...

Esto es una clara muestra de la potencia de la literatura. Por mucha celda, por mucha represión que hubiera, nadie pudo arrancar a este hombre de donde estaba. Sin ser capaz apenas de recordar pudo escribir rememorando.
Un saludo.

AdR dijo...

Digo “bosque” y he perdido
la geometría de un árbol


No te puedo agradecer lo suficiente el haberme descubierto a este hombre :)

Besos

desconvencida dijo...

Cuánto tenemos que aprender de Marcos Ana...

No sé si finalmente Almodóvar se decidirá a rodar su vida (concretamente su salida de la cárcel), pero tengo curiosidad por ver qué resulta de eso...

NoSurrender dijo...

Qué bueno!

Vivir siempre fue un crimen contra el orden, la gran revolución.

besos, princesa

princesadehojalata dijo...

Si, Descon, compró los derechos del libro con esa idea, verdad? a ver si se anima a contar la historia que transcribiste en tu blog, es preciosa.

El poema tiene unos versos impresionantes, como esos que comentan Angéline y Adr y también ese de: "Dadme el nombre del amor: no lo recuerdo." Terrible.

Qué admirable que mantuviera la esperanza todos esos años. Qué digno, como dice Gabriel, nadie consiguió arrancarle de donde estaba.

Irre, es casualidad, sí. Me impactó el libro, sobre todo la primera parte, la que transcurre en la cárcel y los primeros años tras su salida, cuando decía que lo difícil era volver a la libertad.

Nosurrender, aparentar una vida normal dentro de la cárcel fue una revolución, una bofetada para sus carceleros, que no entendían cómo esos hombes podían reir y cantar unas horas antes de ser ejecutados.

Besos, guapos.

Isabel Mercadé dijo...

Muchas gracias, princesa, por esta historia que desconocía y por la muestra, el hermoso y contundente poema. Poco a poco se van destapando estas historias de dignidad y valor tanto tiempo acalladas.
Un beso.

Selma dijo...

Toda una lección de optimismo y de vida. Tomo nota para no seguir quejándome de mis pequeñeces...

EvitaBlu dijo...

Que preciosa forma de escribir el dolor,el suyo, el de todos.



Besos, Princesa

hadanevada dijo...

gracias por presentarme a esta "PERSONA"..no lo conocía y me ha conmovido gratamente...una suma má a las injusticias del ser humano...y la fuerza a su vez..
implacable el tiempo..pero que sabio y cierto en sus versos...

un beso enorme y muchas gracias

Portinari dijo...

Estaba leyendo el poema sin saber nada del autor, y me sorprendió la manera que tiene la poesía de superar cualquier barrera, porque aunque no compartí la misma historia que este hombre, sí que me pierdo en las geometrías de los árboles al decir "bosque", sí que me pierdo en el alcance de los aromas... se necesita mucho para ser joven cuando no se ha sido.

Bosques dijo...

Enhorabuena por tu blog princesa... Por cierto, como he visto que hacias el ultimo comentario en el blog fwtm de danae, quería preguntarte por ella, porque su blog me ha parecido fascinante.

un beso

begusa dijo...

la vida a veces es un pistacho demasiado cerrado...
una operación matemática con resultado inconcluso...
unas pestañas borradas...
unos años sin meses...
una Tierra sin tierra...
un no poder temblar... (ni guarecerse)

princesadehojalata dijo...

Tu si que sabes Begusa.

Me alegro de que os haya gustado conocer a Marcos Ana (su verdadero nombre es Fernando Macarro, Marcos Ana es un pseudónimo formado con los nombres de sus padres) tanto como a mí. Besos Bel, Begusa, Selma, Eva y también bienvenidas para Portinari, Hadanevada y Bosques (de Danae no sé nada desde su último post, es cierto que su blog es fascinante, se aprende mucho con ella).

A los pocos días de colgar el post leí un reportaje sobre las cartas que escribían los fusilados antes de morir, cartas que escondían en cualquier rendija que encontraban, como hacía Marcos Ana con sus poemas. Hay una que me impresionó especialmente. Se la escribió Vicente Carrizo, un alcalde socialista asesinado en 1939, a sus hijos pequeños, que lo creían en un castillo:

"Queridos hijos Pepe, Felisín y Vicentín. Estoy en un castillo muy precioso. Por la noche pasean las princesitas por el patio. Cuando duermo se aparece mamá Pilar vestida de hada con el pelo suelto y muy guapa. Me cuenta todo lo que hacéis. Cuando sois buenos y aplicados me pongo muy contento. Cuando la hacéis rabiar, lloro mucho."

O ese que dice: "No des a mi nena un padre que sea malo".

Sobrecogedor.

Portinari dijo...

Creo que has acertado de pleno con la última palabra de tu comentario al describir el sentimiento que provocan esas cartas.
Un saludo.

Isabel Mercadé dijo...

Princesa:
Si deseas conocer otra historia real e igual de sobrecogedora y emotiva, te recomiendo las entradas que sobre sus abuelos la poeta Marisa Peña ha dejado en su blog "Enredando palabras" que tengo enlazado en las Amapolas.
Un beso.

ángel dijo...

Gracias por descubrirme este poema (desolado en sus ocho sílabas por verso) y este poeta.


Un gusto estar aquí.


Saludos...