(Versión local y burda de los Ejercicios de estilo de Queneau. Basado en hechos reales)
Los hechos:
El domingo 30 de Abril, O. y C., procedentes de fiestas de T. se montan en un autobús en el centro su ciudad. Una vez sentados en sus asientos, C. mira el perfil derecho de O. y observa unas arrugas en el borde externo de su ojo. Qué viejo eres- le dice.
Dos días más tarde, C. se sienta a escribir estos ejercicios de arrepentimiento.
Vacilaciones:
Creo que era domingo, aunque dada la hora, se podría decir que ya era lunes. O. ¿o debería escribir o? y C., que venían de fiestas de un barrio, me parece que era T., se montaron en un autobús de la COTUP, ó puede que fuera la Montañesa, en la calle… ¿Sangüesa? ¿Tafalla? Ya en el autobús, se sentaron ó se quedaron de pie, no recuerdo y C. miró uno de los dos perfiles de O., ¿era el derecho ó el izquierdo? y al ver algo en su mejilla ó tal vez en su ojo, C., no sé si pensándolo antes, le dijo a O. que parecía mayor ó puede ser que le insultara y le llamara viejo.
Habían pasado dos días, ¿o eran tres? cuando C. se sentó a escribir estos ejercicios de arrepentimiento. Pero… ¿por qué lo hizo? No consigo recordarlo.
Colores:
Amanecía un día anaranjado cuando O. y C. se montaron en un autobús verde. Una vez sentados en los asientos azules, C. miró el perfil derecho de la cara de O., que estaba muy roja y observó unas líneas marrones en el borde externo de sus ojos a veces verdes. Entonces soltó su frase más negra de la noche: qué viejo eres.
Dos días después, C. escribe estos ejercicios de arrepentimiento sentada delante de una pantalla en blanco.
Indignación:
Que eran más de las seis?! Y venían de fiestas de T.! A esas horas! Y claro, ¿qué se les ocurrió hacer? Pues montarse en un autobús, nada menos. En vez de esperar a que llegara un taxi! Y cuando se sentaron ¿Adivinan lo que le dijo C. a O.? Qué era muy viejo! Cómo si ella no tuviera sus años! Vamos hombre, qué descarada!
Y dos días después, ¿saben lo que hizo ella? Pues sentarse a escribir estos ejercicios de arrepentimiento. Cómo si fuera a servir de algo!
Precisiones:
A las 5:59 horas del lunes 1 de Mayo, C. y O. se montan en el autobús número 2, estacionado justo enfrente de la puerta trasera de Zara. Después de pagar 0.88 euros por cada billete se sientan en los asientos de la séptima fila, lado derecho. Entonces C. mirando el perfil derecho de O. y tras observar unas finas arrugas en su ojo, le dice que es viejo. Con esas palabras.
El martes 2 de Mayo a las 17:30 horas, C. se sienta a escribir 10 ejercicios de arrepentimiento.
Apartes:
El domingo de madrugada, O. y C., procedentes de fiestas de T. (a saber qué se les había perdido allí), se montan en un autobús en el centro de I. (en un estado etílico lamentable, por cierto). Una vez dentro, C., mirando el perfil derecho de O. (qué rojo estaba, dios mío! ese tío no sabe lo que es una crema protectora!), observa algo (y con el pedo que lleva, claro, no se puede quedar calladita) y va y le dice: qué viejo eres (más le valía haberse mordido la lengua, aunque claro, igual se envenena)
Dos días más tarde C. se sienta a escribir estos ejercicios de arrepentimiento (ah, pero… ¿tiene conciencia, la tipa?)
Adjetivando:
La fría mañana del domingo 30 de Abril O. y C. subían de unas inexistentes fiestas en el popular barrio de T. cuando decidieron volver a casa en una vacía villavesa. Una vez sentados en unos cómodos asientos, C. miró el enrojecido perfil derecho de O. y observó unas pequeñas arrugas en el borde externo de su ojo derecho. Entonces hizo un vulgar comentario al respecto.
Dos días más tarde, C. decidió escribir estos sinceros ejercicios de arrepentimiento.
Sincero:
Era tardísimo y estaba borracha. Además me dolían los pies porque llevaba tacones y habíamos caminado mucho. Fue un paseo genial. Estuve en calles que nunca había pisado, todas con nombres extrañísimos. No había manera de coger un taxi. En esos momentos yo estaba un poco mosqueada con O., pero no consigo recordar por qué. Tal vez porque no quería ponerse mi abrigo pero tampoco paraba de decir que tenía mucho frío. Si, era eso. O. estaba quejica y había empezado a ver la botella medio vacía. Eso me molestaba. Encontramos un autobús y nos subimos. Recuerdo que ya estaba amaneciendo. Entonces, un rayo de sol pasó por delante de la cara de O.. Y por un momento las vi. Eran cinco ó seis, pequeñitas, en el borde del ojo. Nos estamos haciendo mayores, pensé. Y con mi rabia disfrazada de chunga ironía cambié la frase, empeorándola y le solté: qué viejo eres.
Fue a propósito. Eso es todo.
Los hechos:
El domingo 30 de Abril, O. y C., procedentes de fiestas de T. se montan en un autobús en el centro su ciudad. Una vez sentados en sus asientos, C. mira el perfil derecho de O. y observa unas arrugas en el borde externo de su ojo. Qué viejo eres- le dice.
Dos días más tarde, C. se sienta a escribir estos ejercicios de arrepentimiento.
Vacilaciones:
Creo que era domingo, aunque dada la hora, se podría decir que ya era lunes. O. ¿o debería escribir o? y C., que venían de fiestas de un barrio, me parece que era T., se montaron en un autobús de la COTUP, ó puede que fuera la Montañesa, en la calle… ¿Sangüesa? ¿Tafalla? Ya en el autobús, se sentaron ó se quedaron de pie, no recuerdo y C. miró uno de los dos perfiles de O., ¿era el derecho ó el izquierdo? y al ver algo en su mejilla ó tal vez en su ojo, C., no sé si pensándolo antes, le dijo a O. que parecía mayor ó puede ser que le insultara y le llamara viejo.
Habían pasado dos días, ¿o eran tres? cuando C. se sentó a escribir estos ejercicios de arrepentimiento. Pero… ¿por qué lo hizo? No consigo recordarlo.
Colores:
Amanecía un día anaranjado cuando O. y C. se montaron en un autobús verde. Una vez sentados en los asientos azules, C. miró el perfil derecho de la cara de O., que estaba muy roja y observó unas líneas marrones en el borde externo de sus ojos a veces verdes. Entonces soltó su frase más negra de la noche: qué viejo eres.
Dos días después, C. escribe estos ejercicios de arrepentimiento sentada delante de una pantalla en blanco.
Indignación:
Que eran más de las seis?! Y venían de fiestas de T.! A esas horas! Y claro, ¿qué se les ocurrió hacer? Pues montarse en un autobús, nada menos. En vez de esperar a que llegara un taxi! Y cuando se sentaron ¿Adivinan lo que le dijo C. a O.? Qué era muy viejo! Cómo si ella no tuviera sus años! Vamos hombre, qué descarada!
Y dos días después, ¿saben lo que hizo ella? Pues sentarse a escribir estos ejercicios de arrepentimiento. Cómo si fuera a servir de algo!
Precisiones:
A las 5:59 horas del lunes 1 de Mayo, C. y O. se montan en el autobús número 2, estacionado justo enfrente de la puerta trasera de Zara. Después de pagar 0.88 euros por cada billete se sientan en los asientos de la séptima fila, lado derecho. Entonces C. mirando el perfil derecho de O. y tras observar unas finas arrugas en su ojo, le dice que es viejo. Con esas palabras.
El martes 2 de Mayo a las 17:30 horas, C. se sienta a escribir 10 ejercicios de arrepentimiento.
Apartes:
El domingo de madrugada, O. y C., procedentes de fiestas de T. (a saber qué se les había perdido allí), se montan en un autobús en el centro de I. (en un estado etílico lamentable, por cierto). Una vez dentro, C., mirando el perfil derecho de O. (qué rojo estaba, dios mío! ese tío no sabe lo que es una crema protectora!), observa algo (y con el pedo que lleva, claro, no se puede quedar calladita) y va y le dice: qué viejo eres (más le valía haberse mordido la lengua, aunque claro, igual se envenena)
Dos días más tarde C. se sienta a escribir estos ejercicios de arrepentimiento (ah, pero… ¿tiene conciencia, la tipa?)
Mintiendo:
Un Domingo de madrugada, a unas horas nada frecuentadas por ellos, O. y C. decidieron coger el autobús más elegante que se ha visto nunca en I. El conductor, que guardaba un increíble parecido con Marlon Brando, les invitó a subir y los llevó a dar una vuelta por los alrededores de la ciudad. Sacó cervezas para todos de su mini nevera y se puso a contarles sus mejores anécdotas como conductor de autobús. O. y C. se desternillaban de risa. En un momento dado, C. miró a O. y le dijo: te veo más joven que nunca.
Ahora, la madre de C., sentada frente a un ordenador, escribe estas líneas.
Negatividades:
No era martes ni era jueves. No estaba F. con ellos. No habían ido a R. esa noche ni tampoco al O.. Prácticamente no habían parado de beber cerveza en toda la noche. No cogieron un taxi ni iban andando cuando no fue O. el que dijo: no eres joven.
No es mi prima la que está sentada escribiendo estos ejercicios de no lo volveré a hacer.
Un Domingo de madrugada, a unas horas nada frecuentadas por ellos, O. y C. decidieron coger el autobús más elegante que se ha visto nunca en I. El conductor, que guardaba un increíble parecido con Marlon Brando, les invitó a subir y los llevó a dar una vuelta por los alrededores de la ciudad. Sacó cervezas para todos de su mini nevera y se puso a contarles sus mejores anécdotas como conductor de autobús. O. y C. se desternillaban de risa. En un momento dado, C. miró a O. y le dijo: te veo más joven que nunca.
Ahora, la madre de C., sentada frente a un ordenador, escribe estas líneas.
Negatividades:
No era martes ni era jueves. No estaba F. con ellos. No habían ido a R. esa noche ni tampoco al O.. Prácticamente no habían parado de beber cerveza en toda la noche. No cogieron un taxi ni iban andando cuando no fue O. el que dijo: no eres joven.
No es mi prima la que está sentada escribiendo estos ejercicios de no lo volveré a hacer.
Adjetivando:
La fría mañana del domingo 30 de Abril O. y C. subían de unas inexistentes fiestas en el popular barrio de T. cuando decidieron volver a casa en una vacía villavesa. Una vez sentados en unos cómodos asientos, C. miró el enrojecido perfil derecho de O. y observó unas pequeñas arrugas en el borde externo de su ojo derecho. Entonces hizo un vulgar comentario al respecto.
Dos días más tarde, C. decidió escribir estos sinceros ejercicios de arrepentimiento.
Sincero:
Era tardísimo y estaba borracha. Además me dolían los pies porque llevaba tacones y habíamos caminado mucho. Fue un paseo genial. Estuve en calles que nunca había pisado, todas con nombres extrañísimos. No había manera de coger un taxi. En esos momentos yo estaba un poco mosqueada con O., pero no consigo recordar por qué. Tal vez porque no quería ponerse mi abrigo pero tampoco paraba de decir que tenía mucho frío. Si, era eso. O. estaba quejica y había empezado a ver la botella medio vacía. Eso me molestaba. Encontramos un autobús y nos subimos. Recuerdo que ya estaba amaneciendo. Entonces, un rayo de sol pasó por delante de la cara de O.. Y por un momento las vi. Eran cinco ó seis, pequeñitas, en el borde del ojo. Nos estamos haciendo mayores, pensé. Y con mi rabia disfrazada de chunga ironía cambié la frase, empeorándola y le solté: qué viejo eres.
Fue a propósito. Eso es todo.
14 comentarios:
Me ha gustado muchísimo.
Desde luego, la versión sincera hace valer todas las demás, las transforma en hermosas evasiones, porque no hay evasión si no hay una verdad de la que escapar. No vale la pena volar si no hay suelo, ni mentir si no hay verdad.
Y montarse en un gatobús a surcar el viento y correr el tiempo al revés, de forma que salga luz de cada una de nuestras arrugas, qué linda verdad, un autobús que ronronea y arrulla y vibra con vúmetros transparentes a través de la bruma etílica de un ojo al fin, por fin, en fin, sincero.
A O. también le gustó la que más la versión sincera (le entregué los ejercicios encuadernados). Ahora me llama "damutu andrea" ("mujer arrepentida" en euskera).
Un beso Balcius.
El sincero es el mejor, sin duda, aunque a veces hay que ensayar frente al espejo todos los demás antes de darnos cuenta e que esa es siempre la mejor solución.
Un abrazo, Princesa.
P.S. ¿¿0,88 euros un billete de autobús?? A veces creo realmente que los de Barcelona somos unos auténticos pringados.
La versión sincera es la más amable, la más correcta y comprensiva, medida, elegante...seguramente se corresponderá con tu forma de ser.
Yo me quedo con la de colores porque hoy está el cielo azul, mi alma blanca y tengo la fuerza del rojo. Un abrazo
Un abrazo Danae, no puedo dejar de escuchar una y otra vez "Famous blue raincoat" (tampoco puedo escuchar a L. Cohen sin asociarlo contigo). Pienso que cada música tiene su edad, estoy tan convencida de que a los 40 me gustará el jazz como de que a los 20 no podía entender a Cohen.
Javazquez, el amable eres tú. Por cierto, ¿de qué color es el abrazo que me envías? Me gustaría que fuera violeta, si no te importa...Un beso.
A mí me pasa algo parecido, Princesa. A veces tengo la sensación de que ya he establecido contacto con todo aquello que va a tener sobre mí una influencia más fuerte. Algunas de esas cosas ya pasaron, otras la estoy 'descubriendo' ahora, y otras están ahí, esperándome. Pero es como si ya supiera cuáles son, y cuáles van a superar la prueba del tiempo.
Creo que por eso a veces me tomo las cosas con tanta calma. Cuando sé que voy a agotar algo rápidamente, me concentro en ello y lo liquido. En cambio, cuando sé que es un camino largo, aminoro la marcha y disfruto del paisaje.
Eso es lo que me ocurre con Cohen. Sé que me va a llevar tiempo, y por eso, pese a gustarme tanto, no tengo una curiosidad frenética. Ni siquiera he hecho míos todos sus discos. Me llega uno, lo escucho durante semanas, me cuelgo en una canción, incluso en un sólo verso, y me quedo ahí, sabiendo que no hay ninguna prisa.
Y lo mismo con Bergman, con Ibsen, y con muchos otros que tengo en la bodega.
Son como bombas de relojería.
Un beso.
Princesa, qué ejercicios más interesantes. He tratado de elegir uno y me es imposible.Me gusta más tener distintas perspectivas de lo que pudo pasar,lo que creyeron que pasó o lo que pasó realmente.
Me ha encantado.Queneau estaría orgulloso.
Saludos, oulipiana.
Princesa, qué ejercicios más interesantes. He tratado de elegir uno y me es imposible.Me gusta más tener distintas perspectivas de lo que pudo pasar,lo que creyeron que pasó o lo que pasó realmente.
Me ha encantado.Queneau estaría orgulloso.
Saludos, oulipiana.
¿Pensaría O antes de que C hablase "cada día está más guapa"? Me gustan todas las versiones Princesa, me quedaría con ese momento de la borrachera en el que la boca parece hablar por su cuenta y el borracho sólo escucha. Te ha quedado genial, genial. Un besazo.
¿Pensaría O antes de que C hablase "cada día está más guapa"? Me gustan todas las versiones Princesa, me quedaría con ese momento de la borrachera en el que la boca parece hablar por su cuenta y el borracho sólo escucha. Te ha quedado genial, genial. Un besazo.
Querida Princesa: quizás cada uno hablamos o escribimos de una manera. Eso del estilo -como ejercicio, como algo que se adquiere, como destreza- me parece la antítesis de la literatura. Quizás porque yo escribo desde el yo. Así que la única versión que me creo y me interesa es la "sincera". Y es la que (creo que por ser también la tuya y la del 90% de los blogueros), más me gusta y en la que más verdad encuentro. Somos realmente así de atormentados por voces interiores, surgidas de nimiedades, como un dolor de pies, o una rabia que sale por algo que otro dice y tú has sentido ya pero te has negado a conceptualizar y menos a expresar (algo que niegas). Un beso sincero.
Danae, sigo con Famous blue raincoat cada seis horas, si no la escucho me entra el mono... ¿Se me pasará?
Gatito, Angéline, gracias, un beso naranja, preciso y digno.
Francisco, la versión sincera es la más real pero todas sucedieron (la realidad tiene a su favor el hecho de haber sucedido). La verdad está muy bien pero con los sueños podemos jugar más. Y a mí me encanta jugar. Un beso también sincero.
PD. veo que algunos comentariso llegan repetidos. ¿Estais teniendo problemas?
Estos ejercicios te han quedado geniales. Gracias por compartirlos. Me he quedado pensando...
La versión indignada me ha hecho reír. Por un momento os he visualizado como en una película de Jean-Pierre Jeunet.
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